septiembre 20, 2024

Por: Lic. Ramiro Francisco

Hace apenas algunas horas quedamos, ¿En qué tren nos vamos? ¿Cómo, de qué manera o forma, emprendemos el “viaje”?
No negamos, que son temas no bien recibidos. Producen pánico a muchos lectores, y no siempre, pero nos obligan casi, a guardar silencio.
También sabemos, que entre nuestros lectores, pueden haber muy sensibles, y a veces sin desearlo, se hieren susceptibilidades. Ofrecemos nuestras excusas´
Los medios que tratan las noticias internacionales, dan a conocer el o fallecimiento de más de 500 personas durante un bombardeo a un hospital en Gaza.
De un momento a otro, en apenas segundos, cientos de personas de todas las edades, se “van al más allá”.
¿Escoge el ser humano la forma y el tiempo de realizar ese viaje?
Sí y no. Sí, como cuando Judas El Iscariote, dispone de su vida luego de haber vendido y traicionado al Maestro. Con ese ejemplo consideramos, basta para explicar el sí.
La vida del ser humano, sus días, sus años, su tiempo…está en los designios del Altísimo, del Hacedor, del Arquitecto, de Dios.
Si el “tren de ese viaje” es el agua, si así está determinado y escrito, lo abordarás en un río, un lago, el mar, hasta en una inundación luego de un huracán, ciclón o ¿Por qué no? Tras la rotura de una presa.
En caso que el fuego sea el “tren para ese viaje”, veremos explosiones, incendios, choque de vehículos pesados o livianos, y llamas salir de ellos, con un saldo de personas fallecidas.
Decimos, que los habitantes de este mundo, difícilmente saben cómo y cuándo se van, excepto cuando el que Todo lo sabe, se lo comunica de alguna manera.
Unos logran irse tranquilos, sonrientes y en paz. Como si por siempre, hubieran tenido la mochila o maleta preparadas y ligeras. Otros, en medio del martirio, dolores, quejas, gritos, voces…dejando en sus rostros las señales de la angustia y la desesperación, como si algo los atara con fuerza.
Con sobrada razón, el eminente médico forense dominicano Sergio Sarita Valdéz, sostuvo en una oportunidad, que los cadáveres hablan.
Es posible, que usted recuerde a alguien ya fallecido que mostraba un rostro angelical, hermoso, como si hubiera visto o pensado en algo que le produjo esa calma y esa sublime sonrisa en medio de la blancura del ataúd y las flores.
Los que se han ido, ¿Pueden interactuar con los vivos?
Nuestro próximo tema

Tomado de opiniondigitalpp.com

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